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lunes, 10 de julio de 2017

Historica Locomotora

Locomotora Nº 46

BUENOS AIRES 10 Jul (Perfil).-La culpa la tienen los ingleses. De ellos viene la costumbre, del siglo 19, de veranear en la playa, hábito que por estas tierras comenzó a prender a fines del siglo 19 cuando los porteños abandonaron el río y probaron descansar a orillas del mar. Y hacia la costa atlántica se dirigieron.
Cuando el gobernador bonaerense Dardo Rocha visitó Mar del Plata, quedó sorprendido por el potencial que encerraba. Hizo llevar el telégrafo, una sucursal del Banco Provincia y otra del Banco Nación. Luego se contactó con Guillermo Moores, gerente general del Ferrocarril del Sud, para proponerle ampliar la red ferroviaria hasta esa naciente ciudad, que por entonces finalizaba en Maipú. Hasta entonces, los pasajeros debían completar el trayecto de 129 km en carreta por caminos que eran simples huellas. Los ingleses prometieron concluir el tendido antes de fin del año 1886. Y cumplieron.

La primera formación que los vecinos vieron arribar el domingo 26 de septiembre de 1886 la encabezaba la locomotora n° 46, fabricada por Beyer Peacock tres años atrás. Si bien en los diarios nacionales la noticia sólo mereció un par de líneas, durante varios días hubo festejos en esa ciudad.

El tren demoraba 10 horas en cubrir Buenos Aires – Mar del Plata y poseía dos servicios diarios, uno de ida y otro de vuelta, que comenzaron a implementarse el 1 de octubre.  La empresa Ferrocarriles del Sud se transformó en pionera en la organización de viajes de lujo, ya que sus trenes incluían camarotes y comedores, provistos de vajilla de primera calidad. Uno de los tantos encargados del coche comedor fue Cipriano Balbín, el papá de Ricardo, el líder radical.

Sam Abbott, gerente de Plaza Constitución –terminal que había sido recientemente renovada- explicó entonces que el almuerzo se serviría a la altura de Chascomús, y le informaba que la Compañía de Tranways “Ciudad de Buenos Aires” disponía de coches para las salidas y llegadas del tren, para traer o llevar a los pasajeros hasta el centro de la ciudad.Además, el tren contaba con un vagón especial para transportar caballos de carrera que competirían en el hipódromo local, inaugurado el 16 de febrero de 1908.  Y con el correr de los años, cuando la ciudad se abría a la clase media, el ferrocarril ofrecía paquetes de pasajes ida y vuelta con estadía de hotel.

Para Mar del Plata, el tren significó una explosión de progreso. La ciudad, fundada por Patricio Peralta Ramos en 1874 sólo contaba con fondas o pequeñas casas de pensión. Se destacaba el pequeño hospedaje “La casa amueblada”, construida por Peralta Ramos y luego adquirida por Pedro Luro. Esa vivienda fue el origen del Bristol Hotel, inaugurado con toda pompa –ya que hasta fue invitado Nicolás Romanov, el heredero al trono de Rusia- el 8 de enero de 1888. De ese mismo año es la construcción de la primera rambla de madera bautizada “Carlos Pellegrini” ubicada justo en la bajada de la calle San Martín, que una creciente destruyera en 1890. Al año siguiente, fue abierto el Casino Bristol, emprendimiento de los hermanos Lasalle.

La red ferroviaria, que fue un aspecto distintivo de la Generación del 80, gobiernos de diversos signos políticos se empeñaron en reducirla a su mínima expresión. De aquel primer tren que arribara a Mar del Plata hace ya casi 131 años se exhibe en la estación de la ciudad una locomotora a vapor, rescatada de un olvido de herrumbre y desguace. No se sabe a ciencia cierta si es la del viaje inaugural, pero es un protagonista silencioso de un progreso que parece demasiado lejano.

*Periodista y escritor.

Adrian Pignatelli*

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